Y el antropoide gesticulante, el homínido semimudo que perdió el don de la palabra aunque todavía le quedan rastros evolutivos de las cuerdas vocales, por el gaznate por el que respira o por el tubo por el que traga, no se sabe, invoca el nombre de Dios: “Dios, Dios, Dios, Farc, Farc, Farc” repite obsesivamente como alienado.